La sociedad establece unos patrones invisibles que te molestan.
Eso significa que no estás en ese rebaño de ovejas que no piensan y se deja llevar por la marea.
Es fácil.
Es fácil que alguien te diga, haz esto y serás feliz y lo persigas toda la vida, pero ¿has parado a pensar si esa voz te representa? Prueba de decírtelo a ti mismo y verás si te chirría o te encaja.
No podemos vivir sin opinar. Y aún menos, sin juzgar. El ser humano es egocéntrico por naturaleza y en él duerme la creencia de que su verdad es más absoluta y superior que la de los demás. Porque ve y analiza bajo su prisma. ¿Es el correcto? Para la mayoría, sí. Entonces qué ocurre. Que perdemos la capacidad de generar conversaciones, de escuchar, de aprender porque lo que sale de nuestro esquema, no es válido, lo descartamos. Y ¿qué vuelve a pasar? Que nos enfadamos cuando le damos nuestra opinión a alguien y no hace lo que le hemos dicho que haríamos nosotros.
Los algoritmos nos llevan cada vez más a pensar de esta manera.
Imagina.
Antes podías ser de derechas y comprar ‘La Razón’, dormir acurrucado con Jiménez los Santos, pero, al final, en tu entorno se generaba un debate, escuchabas otras opiniones aunque no te gustaran.
Ahora vivimos polarizados. En cualquier tema. En deporte, si no haces un tipo de entrenamiento, eres un pringado que no sabe. En nutrición, si no haces la keto, es que no te importa tu salud. Y si no haces ayuno, otro pringado que no sabe nada.
Y los algoritmos nutren esas bipolarizaciones porque no te quieren enseñar pensamientos próximos del tuyo que pudieran suscitar un pensamiento crítico. Te enseñan lo que refuerza tu creencia extrema para generar esa distancia con el otro. De ahí las fake news o el boom de los conspiranoicos. Así, aún consumes más. ¿Por qué? Porque ahí es tu espacio, es tu zona donde están los tuyos. Los que piensan como tú. De la que no quieres salir. Donde estás comodísimo sentado. Nunca verás un buen presidente de un país que lea un solo periódico. Leerá todo para ver todas las opiniones y puntos de vista sobre un tema.
Los algoritmos nutren tus creencias y las hacen más grandes, pero, realmente, está en tus manos parar y analizar dónde estás, en qué entorno y ser crítico para decidir si eso es lo que quieres.