Historias a los 30: ¿Por qué los hombres tienen tanto miedo?
A los hombres que leáis esto, asumidlo, vivís con miedo a sentir y a comprometeros. No tengo dudas y sí tengo pruebas. Ahí van.
‘Historias a los 30’ es una nueva sección en la que escribiré vivencias de personas que rondan los 30 (sean hombres o mujeres) en formato carta, relatos ficticios basados en hechos reales o a modo experiencias de lo que me escribáis para compartir sobre temas que nos pasan o preocupan. Este espacio será compartido y comunitario.
Gracias a las que me habéis contado historias sobre el tema de hoy :)
A veces parece como si Samantha tuviera que llamar a mi puerta mientras yo escribo esta columna virtual. No vivo en Manhattan, vivo en Gracia. Y más que vistas a Central Park, tengo vistas al patio de vecinos. Ni mi mano sujeta un pitillo ni mis pies lucen unos Manolo, pero me siento como en conversaciones de ‘Sex and the City’. Odio generalizar. Odio los absolutismos de ‘todo’ o ‘nada’, ‘siempre’ y ‘nunca’ porque la vida es una escala de grises y colores y no todo es blanco o negro. Sin embargo, hoy voy a darle a los clichés que da gusto porque motivos no me faltan. E historias que los sustentan, tampoco.
Últimamente hablo con algunas amigas y las historias y patrones se repiten demasiado. Por lo que me pregunto: ¿Tienen miedo los hombres a sentir? ¿Buscan excusas para no comprometerse a una hipotética relación? ¿Son ellos quiénes más películas ruedan en su cabeza sin que nadie les dé un guion ni argumento?
La historia siempre comienza más o menos igual. Chico y chica se conocen. Puede ser en un bar o en una app tipo Tinder, Bumble o la nueva que se inventen. Empiezan a hablar y parece que las cosas encajan. Hay conexión. (Spoiler 1: si no la hay, las chicas terminamos las cosas rápido.) Se van conociendo. Si hay suerte, la comunicación fluye. Hablan de temas superficiales y otros más profundos. Algo que se convierte en auténticas ‘green flags’ en el cerebro femenino -y las conversaciones entre amigas-. Porque sí, chicos. Hablamos de todo. DE-TO-DO. Y con todo detalle. ¿Por eso idealizamos más que vosotros? No.
¿Quién no estaría cómoda ante una persona que te cuenta cómo era de pequeña, por lo que ha pasado o te cuenta sus trapos más íntimos? No sé muy bien cómo funciona el cerebro masculino -creo que cada vez es más complejo que el nuestro-, pero de sopetón quieren hablar contigo día y noche. Te escriben, te cuentan su día, se despiden y hacen planes. Y, ojo, que los que tienen las ideas más borrosas son esos que hacen grandes planes a futuro.
Sin preaviso algo pasa en su cerebro. Una alarma imaginaria resuena ensordeciendo todo lo que les rodea. Empiezan a pensar, seguramente, que tanto contacto nos está enganchando y empiezan a distanciarse. (Oh, malditas películas románticas cuanto daño habéis hecho a la humanidad). Se comportan diferente, en ocasiones, de la noche a la mañana o de la mañana a la noche. Y boom. O desaparecen y nunca más vuelves a saber de ellos aunque nunca haya habido presiones ni conversaciones aparentemente incómodas; o deciden que -para protegerse y acobardarse- lo mejor es ser solo amigos. Amigas me han repetido frases que les han dicho como “si fuera en otro momento”, “me encantas, pero justo ahora estoy hecho un lío y no debemos” o “tengo dudas, no sé si deberíamos seguir, pero tú no te rayes”.
¿Será que las mujeres con las ideas claras asustan demasiado a su idea preconcebida de lo que deberíamos ser? ¿Será que son incapaces de entender que el juego ha cambiado y no todo es a su ritmo y compás? Solo tengo la convicción de que el miedo al compromiso o a hablar las cosas, les hace dar 3 pasos atrás aunque, hasta ese día, aparentaran y se comportaran de una forma distinta. Incluso, cuando actuaban como si ya estuvieran en una relación. ¿Será el miedo a la etiqueta y por eso se enganchan al ‘fluir’? Spoiler 2: nos da el mismo miedo que a vosotros, pero tenemos más responsabilidad afectiva. Por eso, nos gusta hablar de las expectativas de las cosas, no por atarnos -ni ataros- a nada, si no por saber que estamos en la misma página. Así de simple.
Si tienes una historia que contar como persona que ronda los 30, contáctame y escribiré sobre ella. No hace falta que sea sobre relaciones, si no sobre cualquier cosa que te apetezca. Estas historias las compartiré cada 2 semanas.
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