Pensamos. Actuamos. Nos influenciamos. Las personas buscamos el elogio de las demás, buscamos que otros reconozcan nuestra valía porque, solo así, nos sentimos satisfechos y, ¿acaso eso tiene algo de bueno para ti? Espera, antes de afirmar que sí, sigue leyendo.
Cuando esperas un elogio o un elogio externo hace que te refuerce tu autoestima o tu valor, lo único que haces es dar el poder a otra persona y que esa te juzgue sobre su vara de medir de lo que es bueno o malo. Buscamos que otros nos reconozcan porque nos han educado en un sistema de recompensa y castigo; y eso no nos hace libre, nos lo arrebata por completo. Piensa en las redes sociales y la fiebre de los ‘likes’ y el reconocimiento de otros. Centrarnos en cumplir las expectativas de los demás es dejar de lado quiénes somos y ‘vivir’ la vida de los otros y no la nuestra. Si no nos reconocen, sufrimos. Si nos reconocen, nos sentimos felices. El reconocimiento de los demás, es un medio para un fin. Si hacemos lo que se espera de nosotros, seremos elogiados. Y eso es lo que, creemos, que nos da satisfacción. Y la verdad, es más fácil preocuparse por la validación externa, es menos arriesgado y pone la responsabilidad en otros.
Y de ahí vienen el problema con las relaciones interpersonales y de lo mal concebidas que las tenemos. Cada vez que leo sobre la psicología de Alfred Adler me gusta más su pensamiento, hace que me sienta mejor y más liberada de un peso que no me corresponde.
“Cuando un caballo tiene sed, puedes llevarlo hasta el agua, pero no puedes obligarle a beber.” Te preguntarás a qué viene esto, pero es un ejemplo que te ayuda a entender lo que él llama ‘separación de tareas’ que es uno de los motivos por los que las relaciones interpersonales son tan problemáticas. Tú, como persona tienes unas tareas y, cuando interfieres en las tareas de otros, es cuando viene tu frustración o tu cabreo. “¿Por qué ese amigo al que he aconsejado no me hace caso?” Porque tu tarea es aconsejarle (y dar ese consejo es lo que debería satisfacerte), pero lo que haga con tu consejo es la tarea de tu amigo. Cuando aprendes lo que está en tu mano, lo que realmente debes hacer y en lo que no debes interferir, aprenderás a estar más tranquilo, más en el sitio que te toca y no el que crees que debes estar. Las personas pensamos que sabemos más que otro, que tenemos más razón que otro, e interferimos en decisiones que no nos tocan. Fusionamos nuestras tareas con las tareas ajenas. Vamos, que nos metemos donde no nos llaman.
Volviendo al caballo. Tu tarea es llevar el caballo hasta el agua. La tarea del caballo es beber, pero es su elección hacerlo o no, no la tuya. Lo mismo pasa con lo que opinen de ti. No puedes controlarlo, no es tu tarea. Así que cuando aprender que debes dejar de tener miedo a no gustar, descubres la clave de la libertad. “Si hago ‘esto’ -inserta aquí cualquier tipo de comportamiento que haces para gustar a otros-, debería caerle bien”. Esto es una manera de pensar orientado a la recompensa.
Pongamos otro ejemplo. Conoces a alguien, sea una amistad, nueva persona en el trabajo o cualquier otro tipo de relación. Tu tarea es ‘no querer caerle mal’, pero siendo tú y no cambiando para cumplir las expectativas de esa persona. Si siendo tú le caes bien o mal, es tarea de la otra persona. ¿O no te ha pasado que has conocido a alguien que parecía que teníais muchas cosas en común y con el tiempo (cuando ha dejado de buscar cumplir con tus expectativas) ves que esas ‘mentiras’ salen a la luz?
Atreverse a ser feliz incluye atreverse a no gustar. Una vez tienes ese valor, tus relaciones con los demás cambian, te liberas de una carga que no te corresponde y eres más tú pensando en lo que tú quieres y te gusta. Piensas menos en hacer lo que le gusta a otros para tener esa recompensa de ‘caer bien’ y terminas teniendo unas relaciones en las que eres libre y te llenan muchísimo más, donde no buscas que te reconozcan nada y se basan en la gratitud porque vuestra relación pasa a ser de iguales. Cuando buscas reconocimiento de alguien es que esa persona la estás poniendo automáticamente por encima de ti.
Cuando creas relaciones basadas en la recompensa, se cimientan sobre un “yo te he dado esto, tú debes devolverme esto”. Y eso, la verdad, es muy cansado. Así que, pudiendo simplificar las cosas, ¿porqué seguir complicándonos tanto?
Estas reflexiones de hoy vienen tras leer ‘Atrévete a no gustar’ donde Fumitake Koga y Ichiro Kishimi explican la psicología adleriana. Un tipo de pensamiento que, ojalá, estuviera más extendido porque nos ayudaría a ser más felices poniendo el foco en nosotros. Así que esta reflexión y explicación de hoy es para que seáis más felices cumpliendo vuestras expectativas, no las de los demás.