Diría;
abrazaría;
querría;
haría.
Los cobardes solo viven en condicional.
Y ninguno dice y solo calla. Ninguno abraza. Ninguno quiere. Ninguno hace.
Los cobardes prefieren vivir en palacios de inercias donde son impulsados por el presente continuo en constante repetición inalterable.
Los valientes huyen de palacios para vivir en cabañas de presentes verdaderamente perfectos. Llenos de:
He dicho;
he abrazado;
he querido;
he hecho.
Donde solo residen verbos de acción y no de estado. Donde lo único que gobierna es el corazón sin ninguna razón.
Amar.
Vivir.
Hay a quien le quema querer. Hay a quien le quema amar. Y si le quema amar, le quema hablar; sincerarse; sentir; estremecerse de placer por hacer. Se pierde en silencios inmutables. Se ahoga en palabras llenas de vacíos.
Los cobardes solo viven en condicional.
Cantaría;
sentiría;
apostaría;
fantasearía.
Y ninguno canta y solo calla. Ninguno siente. Ninguno apuesta todo al rojo o al negro. Ninguno fantasea.
Los cobardes siguen encerrados en su rueda de hámster.
Y a los valientes solo les gobierna el corazón.
Y cantan;
y sienten;
y apuestan;
y fantasean.
Donde esos verbos también se equivocan y rectifican. Donde se construyen y reconstruyen.
Los déspotas imperan y te imponen.
Ama.
Dilo.
Abraza.
Hazlo.
Canta.
Quiere.
Apuesta.
Siente.
Y los imperativos te activan. Incluso te benefician en una dosis justa, en un presente perfecto repleto de valientes. Y los imperativos te ayudan a alejarte de cobardes. Pero una vida llena de déspotas solo revienta en egolatrías.
Nunca te enamores de cobardes que viven en condicional. Nunca te enamores de déspotas que viven entre imperativos. Enamórate de valientes que persigan el presente perfecto.
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Con este post me he reído y ha tocado el corazón. Me gustó mucho!
Uff!! ♥️♥️♥️ Cuánta verdad