Mi cuerpo es una prueba
María acababa de celebrar su 25 cumpleaños con su grupo de amigas de la universidad. Una cuadrilla que superaba lo que para ella habían sido las amistades en su vida. Venían de bailar sin parar. Beber y reír sin parar, despreocupadas y ajenas a todo. Sin saber que después de ese día María se despertaría inconsciente en el portal de su casa.
一¡Subid al coche! Os llevamos a casa.一 Gritaban dos chicos desde un Volkswagen Golf estacionados en doble fila en la apretujada y transitada Calle Tuset.
一Cogeremos el metro ahí en la esquina que no cierra hasta dentro de unos minutos y vamos bien de tiempo. 一 Respondió María con la cabeza agachada y acercándose a Ana, su compañera de piso.
Al final subieron. Justo cuando cerró la puerta y se abrochó el cinturón pensó que no había sido una buena idea, que algo en ese momento iba a ir mal.
一¿Sabéis qué? Me.. Mejor dejadnos aquí que nos queda ya muy cerca de nuestro barrio.一 Arrancó María un tanto acelerada.
一¡Anda! ¿Cómo os vamos a dejar aquí? Dales una cerveza, tío. 一Contestó uno de los chicos desde el asiento del piloto con una media sonrisa que entre veía María por el retrovisor y que hizo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo.
Casi temblando en una calurosa noche de primavera, María metió dos grandes sorbos de golpe mientras cerraba los ojos intentando no pensar nada, intentando transportarse a otro lugar. Buah, qué amarga. 2 minutos después dejó de ser consciente de lo que pasaba a su alrededor. Todo empezó a dar vueltas. Se giró a su izquierda donde estaba Ana y sentía como cada uno de sus movimientos parecían ir a cámara lenta. Veía borroso. Incluso pasó por su cabeza si había perdido alguna de sus lentillas.
Fue entonces cuando notó un peso asfixiante sobre ella. Era el copiloto. Habían parado el coche en un descampado, alejado y casi a oscuras. Solo una luz parpadeante a unos 500 metros marcaba los segundos de ese sufrimiento. Fijó su mirada ahí. Intentó huir de ese día contando las veces que parpadeaba la luz. 348... 348 parpadeos de sufrimiento. 348 parpadeos que le ayudaron a sobrevivir.
Se despertó inconsciente en el portal de su casa con el móvil apagado. No recordaba ni cómo llegó, pero las lágrimas brotaban de sus ojos desconsoladamente. Eran las 4:57. Entró y se acostó directamente cerrando los ojos lo más fuerte que podía. Pasadas 3 horas y muchas vueltas en la cama después, vio que era una realidad. Volvió a vestirse con la ropa del día anterior, sin ducharse, y fue a la comisaría más cercana. Por su mente recorría solo un pensamiento: “Mi cuerpo es una prueba”.
Relato de ficción con situaciones reales. Según el Ministerio del Interior, se producen 6 violaciones al día en España. Una cada 4 horas.
Dedicado a todas esas ‘Marías’ anónimas o con voz que han sufrido una agresión sexual de cualquier tipo y por todas esas chicas a las que han perturbado la intimidad en discotecas, calles u otros lugares. A las que les han tocado el culo o un pecho, solo porqué sí, solo por hacer la gracia, solo por ir borrachos. A las que les han levantado la falda o dado un beso porqué sí. Porque esto también son agresiones.