Sentir el 'Mamihlapinatapai'
Un domingo cualquiera. A una hora cualquiera. En un lugar cualquiera. De un junio cualquiera. De golpe aparece. ‘Mamihlapinatapai’. Sin preaviso. Sin notificación ni alerta de recepción. La palabra más concisa del mundo. Mamihlapinatapai. Bizarramente me siento cómo se clava en mí. Sin preaviso.
Cruzamos nuestras miradas;
eran los susurros de nuestros deseos.
En yagán, idioma de la Tierra del Fuego, existe la palabra más difícil de traducir del mundo. Un sentir. Un hacer que deseas y nunca pasa. Ese cruce de miradas. Esa espera de que uno de los dos dé el primer paso. Pero nunca pasa. Aprendí de mi timidez ante ti a llamarlo Mamihlapinatapai e incluso me gustó.
Y nos giramos;
y nuestras manos (casi) se rozaron.
Pienso en las veces que siento el Mamihlapinatapai y vuelvo a sonreír. Descubro tarde una palabra que tanto me representa. Me deja atrapada. Me desviste. Me entiendo.
Y te miro y espero;
Y espero y te sigo mirando.
Pienso si alguna vez volveremos a sentir nuestras miradas tras tanto tiempo sin cruzarlas. A notar como nuestros ojos tocan cada rincón de nuestra piel. Cuentan cada lunar. Y romper con el Mamihlapinatapai. Y forzarme a dar ese paso.
Se irá;
Con el tiempo;
Quizás.
Si lo ves en mis ojos brillar, acércate. Lo estaré esperando.