Tránsfuga con zapatillas de deporte
Primer día. Corro. 200 metros. Me siento tránsfuga. Una y otra vez resuena en mi mente el mantra que hacía años me grabé: solo correrás si tuvieras que sacar tu yo paleolítica. Solo correrás para sobrevivir o huir. Y siento como si huyera de mi rutina, como si tuviera su sombra acechándome. Corro. Lo hago por primera vez hoy después de años sin intentarlo. Noto casi como si mis pulmones me salieran por la boca.
500 metros. Logro aguantar un poco más, pero sufro. Sufro como quien reta a su zona de confort y rema contracorriente. La tramontana me aniquila por segundos. Corro por primera vez con más de 30km/h de viento en contra, pero sigo corriendo.
700 metros. Mientras suena ‘Hipnotized’ de Purple Disco Machine y Sophie and The Giants con sus notas ochenteras de eurodisco, descubro uno de esos músculos del que conoces su existencia tras retarlo a algo diferente. Mi nuevo compañero se llama poplíteo. Habita entre el gemelo y la parte interna de la rodilla. Y la tensión entre nosotros me acompaña hasta el final. Sigo corriendo. Decido que Menorca es el sitio donde renovarme y volver a sentirme bien. Lo hago. Tengo el mar a mi izquierda y corro. Me azota el aroma a pino y a agua salada que la tramontana lleva abruptamente hasta mí. Corro por la plana geografía de la isla. Cerca de casa. Jugando sobre seguro, o eso quería creer antes de los primeros trotes. Un paraíso que en segundos se convierte en un verdadero infierno placentero. Corro ahogada, pero corro. Para volver a ser más yo y menos quien quieren que sea. Y mi mantra se cumple: solo corro para huir. De eso que llaman seguridad. De eso que la comodidad atrofia en nosotros y en nuestras mentes. Huyo de pensar en el pasado y en el futuro.
1000 metros. Sobrevivo. Pienso. Analizo. Y dejo de sentir presión. Solo aquí y ahora. Solo fluye. Soy una tránsfuga de mi propio pensamiento acomodado.
Si te gustó, puedes invitarme a un café para seguir despierta y escribiendo textos como este☕️