Volver ordinario lo extraordinario
A veces, tengo el miedo de volver ordinario lo extraordinario de la vida.
Acostumbrarme a lo que antes me parecía algo completamente diferente, fascinante, que me dejaba los ojos como platos.
Una vez hablé (creo, si no pensé en hacerlo) sobre que nos enamoramos de lo que es distinto, de lo que no solemos ver. De lo exótico, o diferente.
Por eso, nos vamos a la otra punta del mundo para saciar la sed de curiosidad, de ‘lo nuevo’ que no encontramos en nuestra cotidianidad.
El año pasado cuando viajé a Japón pensaba: “¿Qué tengo en la cara?” Porque no paraban de mirarme fijamente. Y a cada escaparate por el que pasaba, me miraba de reojo.
Pero nada. No había nada raro (para mí).
Seguía a mi bola y ocurría de nuevo.
Eran mis ojos.
A mí no me sorprenden los ojos azules. No es algo que los vea y me quede embelesada. Porque los tengo azules (bastante azules y amarillos de hecho), pero me di cuenta que a la gente es algo que le resulta exótico.
Solo un 8-10 % de la población los tiene de este color.
(Lo investigué.)
Así que es normal que haya quien lo vea extraordinario algo que para mí es normal porque lo veo a diario.
Incluso, en países donde este color no existe como en Asia, es un fetiche para muchos hombres.
Nos dejamos cautivar frenética y cardinalmente por esa característica que no vemos en nuestro día a día.
Por lo repentino, lo que nos hechizó.
Un rasgo físico o de personalidad que no siempre va a ser compatible con nosotros. Pero ahí caemos rendidos a sus pies porque lo extraordinario nos gusta demasiado.
Nos atrae. Nos pone. Nos despierta la curiosidad innata que todos deberíamos cultivar en nuestra rutina si queremos sentirnos y estar vivos.
No quiero volver ordinario lo extraordinario de mi vida, de los lugares que visito o de cómo me sentí o lo que vi por primera vez en ellos.
Por eso, hago listas de cosas que me sorprenden como esta.
Por eso, debemos ver, incluso la ciudad, pueblo o país en la que vivimos, con ojos de un turista, de un extranjero. Darse ese momento para volver a mirar lo que te es común y ordinario desde la curiosidad y las ganas de descubrir algo nuevo.
Coger ese libro que tanto te gustó y releerlo.
Coger esa película que te removió y volver a verla.
Estoy segura que en cada uno de estos pequeños actos habrá algo extraordinario por descubrir que pasaste por alto la primera vez.
Suerte que en Asia siempre te pasan cosas que te descolocan por un momento como que bajen a desayunar en pijama, en un hotel o en una cafetería.
Como dice Leila Guerreiro en ‘Teoría de la Gravedad’:
“Se mira hacia atrás con vértigo.
Hacia adelante con curiosidad. Nunca a los lados.
Y se sigue y se sigue. Y todo parece bien, y hasta muy bien, o razonablemente bien.
Hasta que un día se mira alrededor y ya no hay vértigo. Ni nada inesperado.”
Mira siempre adelante.
Siente el vértigo.
✨ Cosas que quiero contarte esta semana
Crearespaces.com ya tiene más de 40 lugares preciosos, llenos de belleza y con ese ‘algo’ especial que nos ha hecho recopilarlos.
Estoy leyendo ‘El Arte de Amar’ de Fromm. Lo hago lento porque cada página es una dosis de conocimiento filosófico, reflexivo y sociológico de cómo nos relacionamos.
Superé los 100kg en Hip Thrust. No me imaginé pasando a las 3 cifras.
‘¿Amor o adicción?’ de Silvia Congost resume muy bien en sus páginas una relación tóxica, sana y la dependencia emocional.
Me encanta lo verde que es Kuala Lumpur (Malasia). Es una gran ciudad que tiene lugares increíbles y muy fácil recorrerla andando. Creo que sería una buena ciudad en la que vivir. Dura competencia a mi querida Bangkok.
Me gusta empezar las mañanas en KL en Feeka, mi cafetería. Sí, ya es mi cafetería en esta ciudad. Café del bueno, escribir y leer. No le pido más al día para que comience bien.
Una curiosidad asiática: Los coches aquí todos llevan al menos 3 cristales tintados por el sol y el calor.
El documental ‘Radical Wolfe’ en Filmin sobre el periodista y escritor de no-ficción Tom Wolfe.
Encontré mi propósito en la vida.
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Me genera curiosidad cuál es ese propósito en la vida que encontraste y cómo sabes que es ese.
Qué razón. El otro día una pareja de amigos nos visitó en Santander y volvimos a ver la ciudad (la más maravillosa, al menos para mí) con ojos nuevos.
Me gusta pensar que vivimos rodeados de milagros cada día. Como que el geranio de la terraza dé una nueva flor, que el Sol salga cada amanecer o la lluvia. Y quiero mantener siempre este espíritu: darnos cuenta de las cosas maravillosas que ocurren a nuestro alrededor, sin take them for granted.
Un abrazo! 🫂