Recuerdo una época en la que vivía en automático. No era consciente del todo, pero vivía así. Ahora lo sé.
Me despertaba, me preparaba el café y me lo llevaba en un termo. Me iba hasta la oficina a trabajar. Salía, practicaba algo de deporte (poco en esa época) y volvía a casa.
Cuando hacía buen tiempo, me iba en mi Ducati Monster. Vivía tan en automático que no estaba ni presente en la ruta que hacía. Me daba cuenta que, simplemente, llegaba.
Y así un día tras otro. Plano. En teoría no pasaba nada malo como tal. Todo parecía ir bien: me pagan bien, tenía pareja y amigos cerca.
Es curioso como puedes vivir en un mundo que tú misma has creado y de golpe darte cuenta de lo extraña que te sientes en él.
Hubo en día que me empecé a preguntar ciertas cosas: ¿soy feliz cómo estoy? ¿Esto es lo que quiero y cómo quiero vivir el resto de mi vida?
Eso me asustó. Lo reconozco. Empecé a imaginarme en esa misma situación que, en el fondo, no me satisfacía y el susto pasó a ser terror. ¿Quería imaginar a mi yo del futuro anhelando una vida que no tuvo? En absoluto.
Vivir en automático y no hacerte preguntas de vez en cuando tiene el peligro de elegir de forma pasiva. Obviamente, estaba eligiendo porque no estaba haciendo nada por cambiarlo.
Nadie ni nada me retenía, pero ahí estaba. Quedándome. ¿Por qué? En parte creo que era por la facilidad. En otra parte, porque no me había dado el espacio para cuestionármelo de vez en cuando.
Y lo cambié.
Cuando vuelvo a España de mis viajes, es una de los choques más grandes que tengo.
Me sorprende cuando me reencuentro con personas que hace muchos años que no veo y tengo la sensación de que nada ha cambiado en su vida. Siguen los mismos problemas, las mismas quejas. Pero sin hacer nada. Siempre hay una excusa: o es que el mercado laboral está mal, o es el país, o es… lo que sea, menos ellos mismos.
Cuando me los encuentro pienso: ¿están eligiendo quedarse igual? Tal vez la razón no es la falta de medios ni que la vida sea dura. Tal vez, simplemente, es gente que no hace nada para mejorar su vida.
El cambio no es fácil, es aterrador. Es como plantarte delante de un acantilado, sin paracaídas y teniendo vértigo. Así me sentía yo. Pero la vida va un poco de eso. De no esperar que todo sea seguro, de saber sostener esa incertidumbre y recoger sus frutos.
La inacción no es una pausa: es una decisión.
Aunque muchas personas piensen lo contrario. No eligiendo estás eligiendo quedarte igual y eso, al igual que tomar acción, tiene sus consecuencias.
Es la elección de permanecer en lo familiar porque quedarse quieto es más fácil que dar un paso hacia lo desconocido.
Nos aferramos a trabajos que nos agotan, no porque nos apasionen, sino porque tenemos miedo de lo que sucederá si los dejamos, si nos atrevemos. Permanecemos en relaciones no por amor, sino por rutina, por esa comodidad de lo seguro.
Con cada día que pasas sin hacer nada, eliges silenciosamente la vida que dices que no quieres.
Esto no va de un cambio dramático de la noche a la mañana. De dejar a tu pareja, tu trabajo e irte de voluntariado a la India. Se trata de preguntarse: ¿A qué estoy diciendo que sí al no hacer nada? ¿Es esta la vida que realmente quiero?
Quedarse quieto es una ilusión. Parece que te estás moviendo, pero en realidad es el mundo el que avanza mientras tú te quedas atrás.
La verdadera pregunta es: ¿estás eligiendo lo que es mejor para ti o simplemente estás eligiendo la comodidad de no cambiar?
Porque, al final, rara vez nos arrepentimos de las cosas que hicimos. Nos arrepentimos de las cosas que no hicimos. Las oportunidades que no aprovechamos, los sueños que dejamos desvanecer porque pensamos que siempre habrá tiempo para hacerlo mañana. Y ese mañana nunca dejamos que llegue.
Pero el tiempo no espera. La vida no espera.
Un día mirarás atrás y te darás cuenta de que la vida que estás viviendo no es la que querías vivir, sino la que permitiste que sucediera. Y eso no será muy agradable.
Lo que no cambias, lo eliges.
Entonces, la pregunta es: ¿qué estás eligiendo hoy?
En el momento en que te das cuenta de eso, todo cambia.
✨ Cosas que quiero compartir esta semana
Hemos creado (Alberto y yo) Houtouwan, una plantilla open source para que puedas crear directorios con Airtable como base de datos. La misma que usamos para crearespaces.com (donde, por cierto, ya van 50 lugares increíbles).
Muy feliz de lo que os gustó ‘Volver ordinario lo extraordinario’.
La belleza de las portadas de la editorial Chiltern que descubrí en la librería La Mistral de Madrid.
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La no- decisión usualmente es mucho peor que una decisión errónea. Aunque también hay decisiones reversibles e irreversibles. Creo que es mejor aprovechar los muchos caminos que las decisiones reversibles y sus consecuencias te permiten. Y a la vez que insoportable que resulta lidiar con alguien con constante queja y queja, pero sin ninguna voluntad de cambio
Me ha encantado el texto, ¡gracias!